Calentòn, frontal, de buen corazón y un apasionado del fútbol, asì es Daniel Ferryra. Un dirigente del Club Atlético Pacìfico, que desborda compromiso.
Compromiso que quise plasmar en èsta pequeña entrevista a un personaje emblemático del deporte local.
- Còmo fue què llegaste al club?
Desde los cinco años que estoy ligado al club. La verdad hice todas las inferiores en Liniers. Vivo acà a dos cuadras, creo que no me quedaba otra. En el colegio siempre me volvieron loco que tenía que venir a jugar acà. Mi viejo me traìa a ver el partido de primera. Para mì pacìfico es mi vida, mi casa
- Por quiènes te acercaste al club?
Mi hermano siempre jugò acà. Mi cuñado. Mis sobrinos son todos hinchas de pacìfico. Mi vieja también pegada al alambrado del club.
- Còmo està constituìda tu familia?
Ahora – su mirada denota tristeza – mi papà y mamà fallecieron. Ellos siempre estuvieron ligados al club. Mi hermana y mi sobrina que viven en Cerri, y mi hermano que vive con la señora y mi sobrino.
- Còmo llegaste a ser dirigente?
En realidad la palabra ¨dirigente¨me queda grande porque si bien estoy las 24 horas ayudando en lo que se necesite, me gusta el compromiso. Ver ganar a un equipo de federal ¨B¨, eso es lo que te emociona
- Un sueño cumplido y uno sin cumplir.
Un sueño cumplido ver a mi sobrino jugar con la camiseta de pacìfico, y sin cumplir me hubiera gustado salir campeón cuando jugaba.
- Còmo explicarìas la pasión por el club?
El año pasado perdìamos con ¨Libertad¨ 1 a 0 en cancha ¨la Armonìa¨. Se lo damos vuelta, pero nos empata Gigena. Y en el último minuto hace un gol de cabeza Villalba. En ese instante me larguè a llorar. Si eso no es pasión.
El bullicio caracterizaba el lugar. Los jugadores concentrados en un càntico nos contagiaban la alegría del momento. Detràs nuestro, en los vestuarios se escuchaba y se sentía la euforia de una pasiòn
Los cantos y la tarde, me hicieron notar que era hora de retirarme.
Con un gran abrazo como si nos conociéramos de siempre nos despedimos, pero con la promesa de volver y ser partìcipe de aquella pasión contagiosa. Ver un partido en cancha local.
36 años, un hijo. Deportista acèrrimo y una incansable frase que siempre lo acompaña ¨la plata no compra la gloria¨. Su esencia: pasìon y respeto. Èl es Daniel Ferreyra: un hincha de buen corazón.